Me recuesto sobre un colchón de pétalos. Cierro los ojos y mientras esta oscuridad aterciopelada me envuelve, evoco tu rostro. Una oleada de recuerdos vienen a mi mientras reposan mis fatigas ¡No imaginé tantas escenas! ¿Pasaron, realmente, alguna vez? Son tantas las situaciones, tantos los gestos, tantos los sentimientos que esta noche me trae…
Me parece hermoso tu rostro, no sé si alguna vez te lo dije. Tus gestos son tan nítidos que olvido que esto es un sueño… ¿acaso no lo es? Pierdo el sentido de la realidad ¿Esto es parte de la realidad?
Ya pasó el momento que me deja solo mirarte, estoy empezando a temer alejarme de este lugar, no quiero dejar de soñar…
¿Por qué me cuesta tanto darme cuenta lo que quiero mientras estoy despierta? No logro recordar tantos colores, tantos sonidos, tantos momentos… Necesito recostarme para poder unirme a vos. Pero yo te necesito siempre.
¿Cuántas veces dije que te amo? No se si fueron las suficientes para que lleguen a tus oídos. Por las dudas acá va otra vez: TE AMO
A veces estás tan lejos que no te siento. Otras tan cerca que no te veo. Perdón. Debés gritarme para que me de cuenta que te tengo.
Pero estás en este sueño mío que nunca termina, que siempre cambia.
Una luz muy fuerte aparece… es el despertar. Estoy contenta y triste. Me voy. Pero puedo volver… El mundo es más hermoso luego de estar con vos. Hasta luego. No olvides que te amo, que te necesito. Salgo a extrañarte, a vivir nuevas experiencias, para luego volver a contártelas.
Los días son la excusa para volver de noche a hablarte. No te vayas…
Buen día…
Había una vez una gran mujer que se llamaba Ana María. Era un ángel o eso creo. Hace 14 años que nos dejó un gran hueco en el pecho. Cada día sueño con que ella está a mi lado. Esto se lo escribí hace más de 13 años...